Felipe IV falleció en 1665 y la noticia de su defunción llegó a Lima en 1666. Aparte de las ceremonias luctuosas principales, también en conventos y monasterios locales se pronunciaron sermones en honor del difunto rey. Este es el caso de la Oración fúnebre a las honras del rey nuestro señor Don Felipe Cuarto el Grande del fraile franciscano Diego de Herrera. El sermón de Herrera se entiende como producto de un molde social, el cual cumplía funciones de cohesión social y religiosa tras la muerte del monarca, asegurando la lealtad continua a la corona, especialmente en las colonias geográficamente apartadas de España. En esta edición/transcripción anotada se examinan varios puntos, tales como el perfil y la función del predicador como personaje público, la estructura del sermón, las abundantes citas latinas (y sus variaciones y divergencias de las fuentes bíblicas y clásicas originales), así como las características lingüísticas del autor, entre ellas el seseo, el leísmo y la vacilación vocálica. La Oración fúnebre… de Herrera es una representación de la producción textual latino-española del Perú colonial.