Se llama Plop. Es el ruido que hizo al caer en el barro cuando nació. Su madre, la Cantora, lo dio a luz atada a una carreta en marcha. El niño cayó al suelo y fue recogido por la vieja Goro, uno de los pocos humanos que saben qué fue la civilización, que aún recuerdan, por ejemplo, leer y escribir.
El mundo al que llega Plop está hecho con las ruinas del nuestro. La lluvia permanente -el único agua que se puede beber- lo convierte todo en un inmenso lodazal en el que florece el hierro oxidado y los escombros del pasado. El agua del suelo brilla por la noche y no se puede beber, ni tan siquiera tocar.
Esta es la historia de Plop, la de su ascenso al poder en un mundo degradado y en proceso de descomposición, donde reina el hambre, la explotación, la violencia, el olvido y la furia de lo peor de nosotros mismos. Es esta la vida de Plop, un rey de la degradación.