Existe un uso y abuso cotidiano de la palabra estrés en las conversaciones habituales, los medios de comunicación y en las respuestas que muchos profesionales de salud dan a sus pacientes cuando no pueden explicar síntomas variados que traen la personas afectadas a sus consultas. Y se produce una cierta banalización del concepto de estrés que debería ser tomado mucho más en serio.
El estrés cuando se prolonga es la causa de numerosas patologías de la modernidad e interviene en sus reagudizaciones y agravamientos. Se lo considera asimismo la causa mayor de ausentismo laboral en el mundo desarrollado.
Sin embargo en nuestro país no se lo contempla en las leyes laborales. Se traslada el problema a la persona que lo sufre rotulándola como portadora de un trastorno o enfermedad psiquiátrica que le produce una suerte de vulnerabilidad y minusvalía ante las situaciones que le toca afrontar, sean emocionales, afectivas, físicas o laborales.
El diagnóstico queda así sujeto al criterio del profesional que interviene y a su subjetividad discrecional.
En este Manual se proponen, en base e un gran numero de pacientes estudiados de manera transdisciplinaria, formas explícitas de evidenciar el grado de Estrés que padece una persona aplicando una correlación objetiva de la sintomatología clínica al momento de la consulta, relacionándola luego con los hallazgos en estudios neuropsicológicos y los análisis de laboratorio bioquímico y de esa manera ayudar a establecer un diagnóstico más adecuado y racional.
En la segunda parte del libro se examinan los fundamentos fisiopatológicos de la sintomatología, trastornos y enfermedades relacionadas con el estrés con la visión integral del ser humano que propone la Psicoinmunoneuroendocrinología clínica.