¿Cómo había podido acabar Kate en el despacho de Zack Boudreaux, dueño del hotel donde se alojaba, en ropa interior? Zack parecía dar por hecho lo peor y no era para menos. No tenía ropa ni billete de vuelta a casa, sólo le quedaba la esperanza de que él la ayudase…
Y lo hizo. Primero con un albornoz y luego dándole un trabajo. Como su asistente personal, Kate estaba deseando cumplir todas las órdenes de su atractivo jefe...