Teologar de por vida

Teologar de por vida

La dilatada trayectoria teológica del autor, a la que hace referencia el título de estas páginas, le ha permitido ser testigo inmediato de los grandes movimientos teológicos que se han ido sucediendo desde el preconcilio hasta nuestros días y sin los que es imposible entender las diversas tendencias teológicas actuales. Esta página de historia de la teología reciente puede servir de orientación a las nuevas generaciones de teólogos. Tendrán también ellos que «teologar de por vida» si quieren estar a la altura tanto de su propia condición de expertos de Dios como de los retos que el futuro les reserva

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  • Indice
  • Prólogo
  • Teologar como forma de vida
    • 1.1.El punto de partida Difícilmente podéis haceros cargo la mayoría de vosotros de lo que era la teología académica hace 40 años. No quiero caer en tópicos, y menos en fáciles descalificaciones. Sería impropio de la sensatez que obliga a un emérito. Pero en todo caso se diferenciaba no poco de la que se practica hoy. Era un saber rotundo, riguroso en sus planteamien- tos, preciso en sus formulaciones y conceptos (cosa que uno añora a ve- ces). Se trataba de tesis, no de temas. Pero tal vez lo más característico era la estructura misma de la tesis: el enunciado quedaba al punto me- dido por su validez eclesial en una larga y detallada escala descendente que iba desde formar parte de una doctrina de fe divina y católica defi- nida, a ser una de las varias, discutibles y a veces discutidísimas, opinio- nes teológicas. Ese «valor teológico» quedaba fijado antes de que el asunto hubiera entrado en contacto con la Escritura y con la historia del dogma. Y no sólo por un deseo de claridad o por anticipar metodológi- camente lo que vendría después. Ese orden obedecía a una estricta jerarquización interior que situaba como instancia primera y decisiva la doctrina de la Iglesia. Lo cual comportaba el peligro de que la palabra de Dios no fuese escuchada abierta y libremente, sino como un refren- do («loci probantes») de aquella doctrina eclesial. Y lo mismo se diga de los documentos de los Padres y de la historia del dogma. El papel de la razón en ese proceso teológico (la «ratio theologica») consistía en corroborar, con un logosancilar y frecuentemente fuera de uso, ese entramado. Añádase a esto que los textos de teología estaban escritos y eran explicados en latín. Esta lengua magnífica y lapidaria, pero muerta, ritualizaba aún más estilo y contenido y acentuaba el esquematismo. Es verdad que había estudios bíblicos e históricos que permitían aquella escucha primera, desinhibida, de la palabra de Dios y de la tra- dición eclesial, pero esto no acababa aún con la rígida estructura esco- lástica que terminaba por imponerse en las tesis y...en los exámenes. Una renovación seria sólo podía venir de un cambio estructural que por un lado diese la vuelta al método y liberase de trabas y pre-juicios dog- máticos la palabra de Dios y el mismo proceso eclesial en el que nacía aquel dogma o doctrina, y, por otro, encarase el tema en cuestión con la vida del creyente y del hombre y lo expusiese a la razón culturalmente vigente. Pero ese momento estaba aún por venir. 1.2.Nuevos caminos y encrucijadas Al acabar mi primer año de teología en Oña fui destinado a prose- guirla en Innsbruck. No deis por supuesto que allí todo tendría que ser
    • 1.2.Nuevos caminos y encrucijadas
    • 1.3.El Concilio Vaticano II y la euforia teológica del momento
    • 1.4.El reflujo de la marea
    • 1.5.La lenta gestación de un nuevo estilo
    • 1.6.El pluralismo teológico
    • 1.7.Una teología «ascendente»
    • 1.8.Teología y posmodernidad
  • Entre la secularización y el fundamentalismo: hablar de Dios hoy
    • 2.1.El porqué de un tratamiento y de unos conceptos Dentro del tema general de este seminario, a saber, el lugar de Dios en una Europa fuertemente marcada por la secularización y el funda- mentalismo, me encomiendan tres cuestiones particulares: la creación, el mal y la salvación. Piensan sin duda los organizadores que en ellas se retratan de modo singular esas dos oleadas, una de irreligiosidad y otra de una peculiar religiosidad, dominantes en la Europa de nuestros días. Resulta evidente por otra parte que no se puede tratar de Dios sin ocu- parse a fondo de la creación, el mal y la salvación. Ellas señalan en par- ticular tres conceptos claves de la cosmovisión cristiana, en cuya tradi- ción nos insertamos, y aun de toda cosmovisión, porque hablan del comienzo del universo, de su desarrollo histórico y de su final. O, en términos valorativos, de la inicial positividad del mundo, de su doloroso crecimiento y de su problemático resultado. Se trata, por tanto, de tres zonasdecontactoentre una fe en Dios, por cuya validez actual preguntamos, y esas dos corrientes pujantes en la Europa de hoy. Y no sólo de contacto, sino tambiénde fricción ya que en ellas cada una de las tres cosmovisiones se decanta por contras- te con las otras. Queda con esto dicho que no rehuyo la confrontación entre ellas, si es necesaria, y que no busco un lugar para Dios amalga- mándolas tibia y eclécticamente. Dando por válidas las descripciones que tanto de la secularización como del fundamentalismo se han escuchado aquí estos días, me veo obligado a precisar algo más qué entiendo por una y otro. Sólo así po- dré definir mejor lo que opinan sobre la creación, el mal y la salvación y contraponerles lo que al respecto dice la fe en Dios. Pero antes de ha- cerlo quiero llamar la atención sobre la nomenclatura empleada en el
    • 2.2.En torno a la secularización Por lo que respecta a la secularización, renuncio a analizar el con- cepto mismo y sus múltiples y no siempre coincidentes significados y me atengo más bien a la descripción que de ella aparece en el programa de este seminario: «Dios ha sido la palabra suprema y la evidencia suprema de Europa. ¿Qué ha ocurrido para que esté desapareciendo del lengua- je, de los signos y de la cultura pública?» Y cabría añadir: y no sólo de ellas, sino también de aquellas grandes áreas (valoración del individuo, justicia social, sentido de la historia, relación alma-cuerpo...) que son la base de una civilización. En todas ellas fue Dios antes referencia obliga- da y decisiva. ¿Ahora? En amplias zonas de Europa o se tiene a Dios por algo de lo que se puede fácilmente prescindir, o se cree incluso que es mejor olvidarse de El de una vez por todas porque no habría hecho sino favorecer opresión, alienación, falsas ilusiones. En cualquier caso se le desplaza al interior de las conciencias. Puede que allí continúe percibien- do el hombre aquellos vacíos y colmos de sentido que le hicieron volver antaño la vista a Dios. Y si el hombre se sintiese incapaz de resolver por sí solo los interrogantes que plantea el individuo humano y la historia, sería preferible y más digno, piensan no pocos, prescindir de Dios y car- gar a solas con lo trágico de la condición humana. Secularización no sólo como desencantamientodel mundo, tal como la entendía Max Weber, sino como desencantopor parte de quienes penan por esa ausencia y porque, para muchos, Dios mismo, aunque se le dé por existente, ha dejado de encantar. Y un Dios que no encan- ta tiene poco porvenir y, si es sólo accesible a la razón, morirá tal vez de frío. 2.3.En torno al fundamentalismo Este fenómeno es más difícil de encuadrar. Va significando muchas cosas que tienen en común una actitud de búsqueda de seguridades y apoyos, que puede darse en diversos ámbitos. Aquí nos interesa el reli- gioso. Si en éste, como dijimos antes, fue una rebelión contra la secula- rización, habría que pensar que si ésta proclamó y llevó a cabo un va- ciamiento cultural de Dios, el fundamentalismo reacciona intentando colmar con Dios esos espacios suyos que quedaron vacíos o en los que El fue suplantado por otras cosas. ¿Colmar con Dios o con los dioses? Porque junto al fundamentalis- mo que propugna una vuelta a Dios al frente de todo orden político, éti- co..., incluso bajo formas que en Europa, aleccionados por la Ilustración,
    • 2.3.En torno al fundamentalismo
    • 2.4.Tres concepciones diferentes de la creación
      • 2.4.1.Orígenes de un concepto
      • 2.4.2Derivaciones para nuestra situación actual europea
      • 2.4.3.La secularización de la creación
      • 2.4.4.Fe en un Dios Creador y fundamentalismo
      • 2.4.5.¿Se puede seguir hablando de un Dios Creador?
    • 2.5.Tres modos diversos de afrontar el problema del mal
    • 2.6.Tres maneras diferentes de entender la salvación El concepto de salvación es, como dije al comienzo y enseguida se verá por qué, uno de aquellos en los que la corriente de pensamiento que lo define se define al mismo tiempo a sí misma. De una manera puramente introductoria, excesivamente genérica e incluso ambigua, dije allí que denotaba el finalde una historia que empezó con la crea- ción y pasa por la prueba del mal. Pero es una descripción claramente insuficiente. Tampoco la creación, como hemos ido viendo, designa sólo el comienzo del mundo sino su condición permanente. El mundo es creación. El mismo corrimiento semántico tiene lugar con el concep- to de salvación. No designa sólo el final de la historia y del mundo, sino la manera colmada, plena, de ser lo que es, tanto en el más allá como ya ahora. Habría que unirla mentalmente más con el término consuma- ción o plenitud que con el de final. Sin negar que tratándose de reali- dades históricas su final suele hacer cabal y definitiva esa plenitud. La secularización pura y dura, es decir, la que prescinde de Dios o lo niega, entenderá por salvación el máximo grado de autorrealización y de felicidad que el hombre puede alcanzar con sus fuerzas a lo largo de su vida y, junto con los demás hombres y con el soporte del cosmos, a lo largo de la historia. Hablo, insisto, de una secularización que exclu- ye a Dios. Lo digo porque ni lo hizo siempre ni tiene por qué hacerlo si ella puede ser, como dije, una derivación legítima de la fe en Dios. De hecho el proceso de la secularización no echó a andar con la negación de Dios. Empezó más bien no queriendo darlo por supuesto. Pero reco- noció que aquella autorrealización del individuo a través del imperativo de su conciencia ética y de su reconocimiento del valor del otro por sí mismo, sólo alcanzaban la anhelada felicidad y la inmortalidad que la plenifica, si Dios es el término de ese proceso. En cambio una secularización que excluye a Dios acaba fiando la salvación al individuo, a la humanidad o al cosmos. Al hacerlo borra del
    • 2.7.Relectura cristiana del tema
  • ¿Habrá un lugar para Dios en el nuevo milenio?

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