La noche de Calcuta es una mirada a la India: sobre Delhi, la vieja capital del sultanato y de la colonia británica; sobre el Rajastán, anclado en tradiciones medievales; sobre la emergente Bombay, mezcla de financieros y mendigos; sobre el sur feliz de Kerala y la caótica Madrás de los tamiles; sobre la palpitante Bengala y sobre los millones de peregrinos que siguen llegando a las orillas del Ganges en Benarés, mientras los informáticos indios organizan.