Alejándose de lo prescriptivo y normalizador, el autor cultiva el arte de la duda y la relatividad como componentes necesarios de cualquier acto creativo, defendiendo la tesis de que la creatividad y la originalidad no sólo no van en desmedro del éxito, sino que lo pueden potenciar. Recuerda que en su vocación de entretener de la que tanto se habla hoy en día, el cine puede también hacer reflexionar, ampliar nuestra cosmovisión y, acaso, aportar algo enriquecedor más allá de la mera diversión.