Este libro no es precisamente un conjunto de cuentos, sino un todo con distintas miradas, distintas palpitaciones en la vida de la canallesca de este lado de las montañas, aquí donde la ira, la muerte, el arrastrar de una pasión, tienen también el ritmo arrabalero del tango que, sin ser nuestro, se enseñorea como desgarro de un mal irreversible. Carlos Gray nos conduce en una especie de danza compadrera, orillera, no ya del Río de la Plata sino orillera de poblados, de ríos tristes y pobretones, de burdeles y milongas donde el tango se crea su propio espacio en las melancólicas noches terriblemente cargadas de quereres, de los que sacan roncha o matan, mientras se escuchan los lamentos de un bandoneón en la rosada esquina del desencanto. Thelma Muñoz