El presente libro le pasa revista a doña justicia y se mete con la señora política, sin dejar títere con cabeza. Porque no hay forma más eficaz de herir, que la del humor bien conseguido, fino, penetrante. Pobrecita la administración pública. Y pobre Congreso con su carga de manzanillos, trepadores y aprovechadores adentro...
Lo que quiere decir, agreguemos para concluir, que no es un libro pesimista... Manos a la obra, le diría. Olvídese del título y a disfrutar con la mejor de nuestras especialidades, la que llamó García Márquez el mamagallismo surrealista de nuestro mundo alrevesado, pero siempre prometedor, donde todo en el fondo es grato, hasta nuestra miseria. A divertirse, pues, y a mezclar lágrimas y carcajadas. Y para qué le digo más, cuando todo está dicho, tan bien dicho, en las páginas de este libro distinto de los demás que haya leído y que pueda leer. Eso se lo garantizo.