¿Quiénes son los descendientes de los maestros del haiku? Uno piensa que deben estar en Japón o en otras latitudes, y no sólo eso, que deben ser ancianos y barbudos. Pero no. Los tenemos en Latinoamérica, y Lucía Vargas es una. Basta abrir este libro para comprobar que ella posee la mirada entrenada del sabio, que sabe comulgar con la naturaleza, que doma los símbolos y que cuenta con una precisión verbal y una sensibilidad insólita. Lo que tarda algo en irse es su primer poemario, un libro hecho con nostalgia, lágrimas, asombro y amor, que se centra en el movimiento perpetuo y en la imposibilidad que tenemos de detenerlo. No es por otra razón que en uno de los poemas más memorables de esta colección escribe:
Ahí
en ese rato que se queda
es donde quiero vivir siempre:
el momento antes de volverme otra cosa,
el minuto antes de la pérdida,
el instante antes del miedo.
Es en ese “ahí” donde está ubicada la casa de la poesía. Y Lucía Vargas lo sabe. De ahí ha recuperado las preciosas instantáneas de su memoria que colman este poemario. La alquimia verbal no solo ha transformado esas sensaciones e imágenes en lenguaje, sino también a la misma poeta. Por lo que ahora, nuestra encomienda como lectores, es estudiar sus palabras y dejar que estas nos llenen de su luz.
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- Índice
- Prólogo: Lo propio en lo ajeno
- El pino
- Charla
- Movimiento I
- Promesa
- Plaga
- Lluvia
- Nada(r)
- 90 grados
- Despedida
- Embalaje
- Papeles viejos
- Movimiento II
- Protección
- Saltos
- Kintsugi
- Verticalidad
- Incendio
- Llamado
- Movimiento III
- El gesto
- Vuelo
- Piedras
- Cuerpo
- Sed