Capital aborrecida… recoge el sentimiento antimadrileño desarrollado a lo largo del siglo XIX y su evolución hasta los años posteriores a la Guerra Civil. Constituye una manifestación específica del rechazo hacia las ciudades, la industrialización y el liberalismo que tiene a Madrid como epítome de la urbe moderna y del poder político.
Esta prédica antiurbana y antiindustrial, que se remonta a la Antigüedad, a la idea de la Edad de Oro y de la Arcadia feliz y es inseparable de la tradicional actitud de valoración del campo y de condena de lo ciudadano, se desarrolla en España con intensidad a lo largo del siglo XIX, donde adopta habitualmente la forma de antimadrileñismo. Este sentimiento coincide con la aparición en España de la sociedad moderna, y se expresa y difunde a través de la literatura, el arte y el discurso político entre 1898 y 1945.
En la animadversión hacia la capital de España, surgida al compás de la implantación del liberalismo y de la industria, tiene especial importancia la Guerra Civil, época en la que coinciden una serie de planteamientos sobre la urbe contemporánea, la idea de España y la consideración de Madrid que se concretan en una visión de la capital inseparable de anteriores actitudes críticas y de los acontecimientos desarrollados durante la República y el conflicto civil. La actitud contraria a la capital, al fenómeno urbano y a la sociedad moderna e industrial, contribuyó durante los años que van de 1936 a 1939 a la construcción por los sublevados de la imagen del Madrid revolucionario y a determinar los planes para el que imaginaban iba a ser el Madrid de posguerra.