Cédric Khega y escucha a lo lejos el aullido de un perro-lobo, pero se siente seguro entre sus cosas y murallas, mientras vive el momento con sabiduría. Los años le han enseñado a vivir en la capital, donde todo es a veces muy frío. En su edificio aristocrático también viven unas bailarinas de cabaret, muy atractivas, pero él se había refugiado en el amor de Larisa Kiesner, que ahora dormía a su lado como una mujer encantadora. Por su carácter y su buen gusto, por su forma de pensar y de amar, la amaba como se aman esas cosas místicas. De noche sus ideas son siempre más claras: así supo que los inmortales en la ciudad vivían con estilo y libertad pero los duelos entre ellos eran a veces muy peligrosos.