En este libro, Savonarola aporta una percepción de su tiempo poco común: el Renacimiento italiano como epítome de corrupción y decadencia. Corrupción, en primer lugar, de la Iglesia y el Papado, pero también de los príncipes, de los pueblos, de las artes y de la cultura. La simplicidad de la vida cristiana propone una reforma basada en la simplicidad interior frente la duplicidad, la tibieza, la hipocresía, la soberbia intelectual, y simplicidad exterior frente al lujo, al amaneramiento, la sofisticación y la ostentación. Al fin y al cabo, Dios y las Escrituras, y no los clásicos y héroes del paganismo, son el modelo de simplicidad pura que los elegidos deben tener siempre ante la vista. Diatriba, pues, contra el Renacimiento y su promiscua efervescencia literaria, filosófica, artística, un mundo irreconciliable con un cristianismo comprometido que Savonarola, desde su nostalgia teocrática, desea ver presente en todos los aspectos de la vida humana.
- ÍNDICE
- INTRODUCCIÓN
- BIBLIOGRAFÍA
- CRONOLOGÍA
- NOTA DEL TRADUCTOR
- LA SIMPLICIDAD DE LA VIDA CRISTIANA
- EPÍSTOLA DE FRAY GIROLAMO DE FERRARA, DE LA ORDEN DE LOS PREDICADORES, PARA EL LIBRO LA SIMPLICIDAD DE LA VIDA CRISTIANA
- PROEMIO
- LIBRO PRIMERO.—De la bondad de la vida cristiana y en qué consiste la esencia de esta última
- I. La vida cristiana es aquella que sigue el ejemplo y las enseñanzas de Cristo
- II. La vida cristiana es mejor que cualquier otra forma de vida que exista o se pueda pensar
- III. La vida cristiana no puede fundarse en ningún amor natural del hombre
- IV. La vida cristiana no puede fundarse en la parte sensitiva del hombre
- V. La vida cristiana no está fundada en la sola luz de la razón natural
- VI. La vida cristiana no puede derivar del influjo de los cielos o de otras causas naturales
- VII. La vida cristiana no procede de ninguna criatura espiritual
- VIII. La raíz y el fundamento de la vida cristiana es la gracia de Dios
- IX. La vida cristiana tiende por todos los medios a conservar y acrecentar continuamente el don de la gracia
- X. La oración, respecto de cualesquiera otras acciones morales, es el medio más idóneo para acrecentar y conservar el don de la gracia y de la caridad
- XI. De todas las acciones de carácter ceremonial, la más conveniente para aumentar y conservar la gracia es el uso devoto y frecuente de la Penitencia y de la Eucaristía
- LIBRO II.—La simplicidad de corazón
- I. Las cosas espirituales se conocen a partir de la realidad sensible
- II. Los varios significados del término «simplicidad»
- III. Las cosas más simples son más perfectas
- IV. También en su acepción moral y espiritual se puede hablar de simplicidad en varios sentidos
- V. La vida cristiana implica una simplicidad del segundo y tercer tipo mencionados
- VI. La simplicidad de los cristianos no excluye la prudencia, sino que, al contrario, la supone
- VII. Todo cristiano debe esforzarse por alcanzar la perfecta simplicidad
- LIBRO III.—De la simplicidad exterior
- I. Llamamos simples a aquellas cosas exteriores que derivan de una forma o virtud interior, infundida por Dios o por la naturaleza, sin que medie alguna aportación artificial
- II. A los hombres, por naturaleza, les gustan más las cosas simples que las artificiosas
- III. El verdadero cristiano ama y abraza la simplicidad exterior
- IV. Quien no ama la simplicidad exterior no puede vivir cristianamente
- V. No a todo el mundo le conviene una misma simplicidad en las cosas exteriores
- VI. Esta simplicidad exterior se debe medir no según el abuso de los hombres carnales o bestiales, sino según el juicio de los hombres espirituales
- VII. La medida de la simplicidad exterior se puede hallar en las Sagradas Escrituras y adaptarse a la condición de cada cual
- LIBRO IV.—La renuncia a lo superfluo y su donación a los pobres por el amor de Dios
- I. Los que persiguen la riqueza difícilmente entrarán en el reino de los cielos
- II. El hombre rico, incluso si no desea seguir enriqueciéndose más, difícilmente entrará en el reino de los cielos
- III. Quien no odia las riquezas difícilmente entrará en el reino de los cielos
- IV. El hombre cristiano, en cuanto tal, no desea poseer más que cuanto le es necesario a la vida corporal y espiritual
- V. El hombre cristiano no comete pecado por desear y obrar a fin de conseguir las cosas necesarias de acuerdo con la dignidad de su estado, aunque éstas no sean necesarias para la vida espiritual o corporal
- VI. El hombre cristiano debe dar a los pobres aquello que posee más allá del decoro que le corresponde a su estado
- VII. Lo necesario y lo superfluo al decoro, según la condición de cada cual, no deben considerarse como cantidades indivisibles
- VIII. Lo necesario al estado de cada cual debe medirse en relación con la simplicidad exterior y según lo que ya expusimos anteriormente
- LIBRO V.—La felicidad de la vida cristiana
- I. De todos los animales, sólo el hombre obra con vistas a un fin
- II. La vida humana tiene un fin último
- III. La felicidad del hombre consiste en la realización del fin último
- IV. La felicidad del hombre no consiste en ningún bien exterior
- V. La felicidad del hombre no consiste en bienes corporales
- VI. La felicidad del hombre no consiste en los bienes del alma sensitiva ni tampoco en el placer
- VII. La felicidad del hombre consiste en los bienes relacionados con el alma intelectiva
- VIII. La felicidad del hombre no consiste en ningún bien creado
- IX. La felicidad del hombre consiste en la sola contemplación y fruición de Dios
- X. La felicidad del hombre consiste esencialmente en una operación del intelecto, pero que se perfecciona con un acto de la voluntad consistente en la fruición o delectación
- XI. La felicidad perfecta del hombre no puede alcanzarse en esta vida mortal
- XII. Es posible en esta vida un cierto principio de felicidad
- XIII. La felicidad incoativa es más perfecta en los cristianos que en los filósofos
- XIV. El goce al que acceden los perfectos cristianos en su contemplación de Dios no tiene parangón con ningún otro deleite de este mundo, ni sensible ni inteligible
- XV. Los cristianos alcanzan la máxima delectación en la contemplación del Cristo crucificado
- XVI. La Sagrada Escritura eleva al cristiano a las mencionadas contemplaciones y delectaciones de una manera excepcional
- XVII. El cristiano, cuanto más simplemente vive, tanta mayor consolación recibe de Dios, de Nuestro Señor Jesucristo y del estudio de las Sagradas Escrituras
- XVIII. La vida cristiana es una vida feliz
- XIX. No es difícil acceder a esta vida y, con la ayuda de Dios, perseverar en ella