La trepidante aventura narrada en La Asamblea de los Muertos —primera entrega de esta original serie de Tomás Bárbulo— supuso el nacimiento literario de Haibala Ahmed Yadali el Saharaui, un personaje llamado a dejar huella entre los miles de lectores que disfrutaron de la novela. En esta ocasión, el enigmático y esquivo presunto ladrón de joyas se encuentra en Raqa, Siria, detrás de las fronteras virtuales del Estado Islámico, recaudando fondos para la yihad en un nuevo ejercicio de espionaje ideado para recabar información y pasársela a Rusia con el objetivo de localizar a Abu Mohamed el Jordano, uno de los principales cabecillas de la organización fundamentalista.
Sin embargo, el Saharaui no es el único infiltrado en esa zona caliente del conflicto bélico. Malika, una enfermera de Ceuta al servicio de la inteligencia española y estadounidense, también se ha trasladado hasta allí con el mismo propósito. Durante el viaje ha hecho migas con Alia, una chica que va a reunirse con un muyahidín con el que se ha prometido en secreto, y a su llegada, ambas son conducidas a una casa de la brigada Jansa, una unidad del Estado Islámico dedicada a inculcar en las militantes novatas las rígidas normas que deberán obedecer ciegamente.
En las polvorientas calles de Raqa, donde los teléfonos móviles acaban de ser prohibidos, se palpa la dureza con que los yihadistas han maltratado a la población desde su toma de la ciudad un año atrás: bebedores ejecutados, jóvenes esclavizadas y homosexuales perseguidos. Un escenario dantesco y brutal en el que Malika y el Saharaui, cada uno por su cuenta, procurarán reunir indicios suficientes para cumplir con su misión, abriendo la puerta a una eventual liberación de los sufridos habitantes de Raqa.
Relato fiel de las atroces condiciones de vida de las mujeres bajo el Estado Islámico y a la vez trepidante thriller contemporáneo, Vírgenes y verdugos nos adentra en el corazón de las tinieblas del yihadismo de la mano de uno de los escritores que mejor conocen el mundo árabe.